2/16/2016

KICK BOXING COMO ANTIDEPRESIVO

¡Queridos Freezers!

Hoy aprovecho el café de la mañana para traeros un nuevo desvarío.

Lo primero quiero dar las gracias a Bushido Torrelavega porque nunca se harán una idea de lo que han conseguido que sienta en tan solo una clase.

Sí voy a hablar de deporte, pero también de decisiones y de lo que traen consigo...

Sé que llego un día tarde, y que es martes y no lunes, (que es cuando suelo publicar dos veces al mes), pero me ha sido imposible actualizar primero porque están siendo días de tormentas.

Aunque esas granizadas han intentado hacerme caer con su toxicidad y su mala leche, soy una guerrera y sigo en pie, mojada y escalofriada, pero en pie. Si algo he aprendido con el paso de los años es que soy más fuerte de lo que pienso y de lo que muchos se creen, y esa potencia interna que me transmite mi sangre y mis ángeles me ayudará a salir airosa de cualquier batalla hasta el suspiro final.

Mientras escucho un nuevo descubrimiento musical: EIVØR, (una chica feroesa que canta en su idioma, en danés e incluso en inglés) que me recomendó ayer mi preciosa Anika, doy cuerda a este nuevo fragmento congelado.

¿Caemos libres?


¡Ay, la libertad! Pero tú ibas a hablar de Kick y decisiones...¡Sí!
¿Y qué hay de malo en practicar Kick Boxing?

¡Eso quisiera saber yo!

¿Os ha pasado alguna vez tomar una decisión sabiendo que se pueden avecinar problemas, y que en solo un instante esa decisión te cambie tanto por dentro hasta hacerte gritar loca de emoción?

¿Habéis experimentado esa mezcla de emoción y tristeza al tener que hacer frente a problemas lluviosos sin perder un ápice de la ilusión que teníais?

¿Os ha pasado alguna vez que no podéis compartir vuestra ilusión con las personas que os rodean porque estáis haciendo algo que no quieren que hagáis?

Eso me ha pasado a mí la semana pasada…

Terminé la semana apuntándome al gimnasio después de años practicando deporte en casa, con más o menos regularidad. Spinning, fitness, videos de cardio de Patry Jordan y ejercicios de peso con Vikika. Conseguí adelgazar muchísimos kilos, junto a una dieta equilibrada claro, y tener el cuerpo que más o menos quería. He ganado mucho en salud y en relax, pero sigo sin verme como quiero. Si a eso le sumáis la de horas que puedo llegar a pasar sin moverme de casa al no tener un trabajo que me obligue a salir…

Por ello, después de un bajón considerable y de incluso llorar al ver que estaba atascada en el camino y que ya no sabía cómo evolucionar, mi pareja me aconsejó hablar con Lourdes, la monitora del gym al que iba él. Después de una charla con ella decidí comenzar una nueva rutina. ¡Me he apuntado al gimnasio para practicar Kick Boxing!

Sé que pensaréis que no tiene nada de anormal, es una actividad como otra cualquiera, pero para mí esta nueva aventura está resultando diferente, relajante y esclarecedora.

Lo que ha dado de sí apuntarme… Si supierais… ¡No me creeríais! Para una novela de terror, o de psicología...

Diferente porque me hace estar más activa, salir de casa, conectar con gente, implantarme una nueva rutina fuera de mi zona de confort, enfrentarme a un aprendizaje nuevo a mis 30. 

Relajante porque después de una hora de ejercicio (hoy viviré mi segunda hora) acabé tan destrozada que me faltaron las fuerzas. Pero ¡oye! Que a mi cabeza no le dio por pensar cosas raras ni por ponerse negativa…

Y esclarecedora. ¡Esto ha sido el nubarrón! Porque gracias a apuntarme al gimnasio y hacer lo que otros no quieren que haga, he podido ver las personas que tenía a mi lado y cómo cambia todo cuando no haces lo que ellos quieren.

Y es que nunca sabes hasta qué punto necesitas algo hasta que lo tienes, hasta qué porcentaje te estresa algo o alguien hasta que te sientes relajada, sin fuerzas y con agujetas, pero con tu cabeza durmiendo en una tranquilidad inmensa.

Nunca sabes hasta qué punto se puede atrofiar tu mente cuando te pasas demasiado tiempo encerrada en casa sin salir hasta que te mandan coordinar movimientos, patadas o puñetazos y te sientes como un pato borracho.

Nunca sabes lo dominantes que pueden llegar a ser algunas personas hasta que no haces lo que ellos quieren y todo estalla.

Y aquí ando, haciendo frente a todo lo que me ha venido y me vendrá estos días. No me duele por mí, me duele por el compañero que camina conmigo, pero aprendí demasiado temprano que la vida es así y que las personas no cambian por mucho que duela.

Sumergida en una nueva aventura, esquivando golpes con los compañeros, pero también miradas de desprecio, palabras cargadas de reproches y dardos envenenados que no merezco, de ahí mis sentimientos de incomprensión durante estos días.

¿Por qué hay quién intenta manejar las vidas de otras personas? ¿Por qué piensan que tienen derecho sobre las elecciones que otros toman en su vida siendo mayores de edad? 

Puedo afirmar bien alto que el kick boxing llega en la mejor etapa de mi vida. Hay cosas de las que es mejor darse cuenta ahora que no dentro de cinco años. Y que es el mejor antídoto para sacar esa furia interior y apaciguarla.

Porque sí, el simple hecho de apuntarse ha traído tormentas, pero esas tormentas acaban poniendo a las personas en el sitio en el que verdaderamente están, y no hay problemas que no podamos superar, y no hay piedras en el camino que no nos ayuden a ver lo que realmente tenemos, lo que somos y lo que podemos llegar a ser. La niebla al final siempre acaba disipándose…

No importa lo diferente que sea una situación ni los problemas que surjan en el camino, el ser humano tiene la facilidad para adaptarse y sobrevivir. Y esta situación me ha hecho pensar fríamente y debatir conmigo misma. He llegado a una conclusión tan dura como certera.

¿Si fui capaz de superar la muerte de mi padre, siendo la niña de papá, no voy a ser capaz de soportar las miradas de desprecio o que algunas personas se enfaden conmigo?

¡Soy una guerrera! Pero parece que algunos todavía no lo saben…

Por lo que pienso seguir adelante, luchando, viviendo esta nueva etapa de mi vida.

Porque en una sola hora de Kick Boxing me he sentido más activa y relajada de lo que nunca creí que me sentiría.

Y para aquellos que gritan, patalean, y me dan su opinión sin que yo se la pregunte…

Quiero que sepas que me da igual si no te gusta que practique un deporte de contacto, me da igual si no entiendes o no te parece bien mi nueva rutina, si lo ves poco femenino o si piensas que no voy a ser capaz, me da igual si piensas que soy como un pollo sin cabeza o que parezco un pato descoordinado. Nadie nació aprendido, pero sí que nacemos libres y con el derecho de vivir en libertad haciendo de nuestra vida lo que queramos.

Me da igual lo que pienses de mí porque me libera, suelto esa adrenalina y esa mala leche que tú haces crecer y que a momentos me araña un poquito por dentro, sonrío y me agoto. El trabajo físico mejorará mi salud y mi aspecto, me hará quererme más a mí misma, pero ante todo aumentará mi concentración y mis reflejos, me dará nueva inspiración para escribir y me hará conectar con otra gente que no sea ni mi círculo cercano ni las marionetas de papel que yo misma creo.

Porque donde tú solo ves puñetazos y patadas yo veo energía fluyendo enfocada en un fin. Míralo por el lado bueno: me ahorrarás (y te ahorrarás) un disgusto y muchos problemas si no enfoco toda esa energía en decirte lo que de verdad pienso de ti y de tu comportamiento algunas veces, de las cosas que haces o dices.

De ti, hater del alma, personas que intentan dar por sentado lo que tienes que hacer con tu vida, para lo que vales o para lo que no, a lo que te puedes dedicar y a lo que no, y que piensan que saben lo que es bueno para ti sin preguntar si quiera lo que te hace feliz, si estás triste o no, o lo que pasa por tu cabeza.

No hay como una hora de kick boxing para olvidarse de todo, para cansar los músculos, para desahogarse y sentirse vivo.

Por ello os lo recomiendo a todo el mundo. ¡El kick boxing es el mejor antidepresivo que he probado en mi vida! Y os lo dice alguien con problemas de ansiedad y tendencia a venirse abajo y a la melancolía depresiva.

Y esta semana a dar mucho más, a quitarme toda la rabia que ahora llevo dentro, con antibiótico en las venas y la garganta en placas porque soy como un bebé que cuando sale de casa se constipa, pero con las pilas cargadas a tope y con una ilusión tremenda por aprender, pero sobre todo por VIVIR...

Y para todos esos haters que me odian, que me critican y para los que soy mala malísima, aparte de este pedazo de hielo, un dedito levantado y un susurro:

Fuck off!

¡Un copito con abrazo!

2/01/2016

TATUAJES, MENSAJES, NUEVOS RETOS

¡Queridos Freezers!

Tras el café de la mañana quiero hablaros de esas cicatrices que todos llevamos dentro, y que cuando nos levantamos para comenzar con nuestra rutina, se reflejan al mirarnos al espejo.

No siempre sucede, depende mucho de lo que hayamos soñado durante la noche, de lo que nos cueste levantarnos cuando suena el maldito despertador, y del ánimo que tengamos.

¡Seamos sinceros! Hay días que cuesta mucho. Muchoooo.

Por más que intentemos creernos nuestros propios mantras, por más que nos digamos a nosotros mismos que debemos sonreír por todas las cosas buenas que tenemos, por todos los sueños por los que debemos estar alerta y en pleno funcionamiento, sencillamente hay días en los que no se puede.

En esos días es muy probable que los miedos sean más grandes de lo que son habitualmente, y que la nostalgia con su melancolía nos haya sepultado, y en el caso de las mujeres, tengamos las hormonas navegando a la velocidad de la luz dentro de nuestro cuerpito.

En esos días es inevitable que cualquier cosa nos haga sentir pequeños, y que pataleemos, lloremos y traseguemos por la casa como zombies. Sin ganas para nada. Son esos días que por si nosotros fuera nos quedaríamos en la cama hasta el día siguiente con la esperanza de soñar algo bonito que nos ayudase a despertar de mejor manera.

Sin embargo, suena el despertador con su taladrador soniquete y debemos ponernos en pie para alimentar nuestra rutina. 

¿Y que hace Beka Von Freeze cuando ha soñado cosas feas por la noche o cuando no tiene fuerzas suficientes para enfrentar el día?

Me miro en el espejo del baño, me limpio la cara para ver si mejoro algo mi aspecto decaído e intento sonreír. Después me observo con más profundidad y comienzo a acariciar los tatuajes que llevo en mi piel entre suspiros. Aquellos que esconden cicatrices del alma, mensajes y símbolos. Rosa roja y morada/negra. Palabra Angels, estrella roja…

Esos mismos tatuajes que a muchas personas les incomodan (pero esto será material para otro artículo)…

Desde unos días antes de Navidades tengo cuatro más, muy pequeñitos ellos, en mis manos. Nuevos símbolos que me dan la fuerza que necesito para seguir. Un heartagram, (solo los fans locos de H.I.M, como yo, sabrán lo que significa), dos alas de ángel y un corazón bajo el cual reina la palabra “Daddy”. 

Creo que estos últimos tienen un mensaje que aquellos que me conocen aunque sea un poquito, podrán descifrar y sentir. Pero claro para eso hay que dejar abrir la mente, hay quien solo verá una porción más de tinta insignificante que me hace más vulgar. Sobre todo estos últimos tatuajes navideños son mi reducto de energía, mis propias barricadas frente a la nostalgia. En ellos me escudo, me escondo, y tras ellos me vuelvo a mirar para encontrarme.

¡Y funciona! ¡Joder, que si funciona!

A medida que mis dedos acarician el relieve de la tinta las sonrisas se van pronunciando más fuertes, más marcadas, más serenas…

Veo a la Beka que se esconde tras la tinta y las ganas de pelear aumentan. Porque soy tan distinta a como era antes…porque he crecido tanto…porque he cambiado tanto por dentro…

Hay quien dice que lo que no mata te hace más fuerte, y el tiempo me ha enseñado que es totalmente cierto. 

Uno mismo es quien acaba saliendo de las profundidades de sus hastíos, de sus miedos, de las sacudidas producidas por sus propios fantasmas. Por mucho que a nuestro alrededor tengamos dadores de luz (que sí, que también los tengo en mi vida aunque haya unas cuantas personas que se dedican a chuparme la energía), somos nosotros mismos los que debemos salir de la oscuridad.

¿Os ha pasado? ¿Os habéis levantado sin fuerzas alguna vez? ¿En un pozo sin salida?

En esos momentos debemos suspirar, reconstruirnos, reinventarnos, y seguir en pie con la cabeza bien alta y con el puño cerrado para enfrentarnos a la rutina, sin que pese, sin que a veces duela cuando lleva huellas de discusiones o problemas, cuando pensamos que los tiempos pasados estaban más llenos de alegría. Como cuando hemos soñado con alguien por la noche y cuando abrimos los ojos volvemos a realidad dándonos cuenta de que no está.

En esos momentos de levedad de flaquezas, de ánimos desanimados y de profunda melancolía, yo recorro toda la tinta que llevo impregnada en el cuerpo y me elevo. 

¡Me subo a los tejados y me tiro de cabeza! (como diría Robe)

Porque  soy consciente de que tengo tinta en la piel y en el corazón, palabras que aún no han nacido y que se mueren por hacerlo, universos paralelos donde todo ocurre como yo quiero (o como mis incorregibles personajes quieren), tengo amor, recuerdos bonitos, salud, sueños y nuevos retos.

Tengo recuerdos que me gritan mensajes, símbolos certeros, música que siempre me ayuda a resurgir y a sacar la guerrera que llevo dentro. Alegorías que nadie, excepto yo, entiende.

Tengo tinta en la piel, mensajes y nuevas metas por las que luchar. Y mis nuevos tatuajes me ayudarán a hacerlo. Ahora más que nunca. Las alas de ángel me recordarán que no estoy sola, que en mi sangre llevo pinceladas rebeldes e inconformistas, que puedo seguir volando, que tan solo tengo que ponerme de puntillas y saltar un poquito. El viento hará todo lo demás.

Vosotros, queridos Freezers, ¿sois conscientes de vuestras cicatrices? ¿De que ese dolor sufrido y superado nos hace más fuertes de lo que éramos cuando no había grietas en el corazón?

Espero que sí porque si no... ¡lo llevamos jodido!

Y como la cosa va de Tatuajes, mensajes y nuevos retos, esta loca se desconecta para el Febrewrimo en 3, 2, 1...

¡Un abrazo congelado!