10/25/2017

NO RENDIR CUENTAS A NADIE

¡Queridos Dirtys!

Una de las mejores cosas de estar soltera es que una vez que no vives en pareja no tienes que rendir cuentas a nadie de lo que haces.

¡Puedes hacer de tu vida lo que te plazca!

No debes dar explicaciones ni de a dónde vas, ni de cuándo vienes, ni de cuántas veces en la semana vas a quedar con tus amigas, porque ahora puedes quedar con ellas cuando te dé la puta gana. Nadie te controla los WhatsAaps, ni las redes sociales, ni las fotos que subes, ni los comentarios que haces, ni tienes que dar cuenta de las conversaciones que tienes con aquell@s que te siguen.

Puedes ser tú. Abrazar a quien quieras, dar dos besos a quien quieras, pararte a charlar todo el tiempo que quieras, sin prisas ni miradas, puedes llamar cariño a quien te apetezca, (porque sí, aunque vaya de heavy chunga en el fondo soy un amor y soy muy cariñosa al hablar y eso...), dar tu teléfono a quien quieras, tomar cafés o cervezas cuando te apetezca sin que te quiten de ello.

E incluso puedes tener amigos del sexo contrario sin que nadie se sienta traicionado porque los tengas, y puedes quedar con ellos y hablar de lo que quieras. ¡Porque no hay nada malo en hacerlo! 

Aunque haya personas que no lo vean bien o que intenten juzgarte por ello. Aunque muchas personas no lo entiendan e intenten hundirte con sus chinitas lanzadas a destiempo.

Es por todos sabido que el pecado está siempre en los ojos del que mira. ¡Y la envidia es muy malaaaa!

No tienes que rendir cuentas a nadie, y reparas en lo bien que te sientes ahora y en lo mal que estabas haciendo las cosas cuando vivías en pareja. Porque en las parejas normales no hay cese de libertad individual y a veces se nos olvida. Porque no hay nada malo en no querer perder nuestra propia libertad como personas, en pasar tiempo solos, en tener hobbies distintos o en salir a pasear sin el otro.

¿Os habéis sentido encadenados al vivir en pareja? ¿Aunque vuestra jaula fuese de oro?

Todo ser humano necesita su propio espacio para que las cosas vayan bien, para que cualquier relación de amistad, familia, amor, sea fructífera.

Y te percatas de todas las cosas que te has estado perdiendo, de todas las conversaciones y momentos, de todas las amistades que tuviste que dejar aparcadas y que han regresado a ti con el paso del tiempo. ¡Menos mal!

Te das cuenta de todos los instantes que has perdido con personas que eran importantes para ti. Y sí, te duele. ¡Es normal! Pero también sonríes porque sabes que ahora puedes recuperar un poco de ese tiempo pasado, ¡porque nunca es tarde para volver a recorrer el camino que quieras!

El destino sabe cómo hace las cosas. Te obliga a pasar por experiencias para que aprendas de ellas, para que sigas creciendo interiormente, para que vivas lo que no vivías, para que conozcas a nuevas personas.

Y algunas de esas personas se quedarán, otras pasarán por tu existencia como un vendaval sin regresar, pero al final, un día reflexionas y sientes que la vida es así, que fluye, que todo fluye. Y que no puedes ni debes aferrarte a nada, que no puedes retener nada, porque cuando las cosas se retienen se convierten en agua estancada.  

Entonces sabes que te llevarás aquello que realmente vivas, sientas, exprimas, y disfrutes.

Y cuando te das cuenta de que vas a llevarte lo que vives es cuando, como dice la frase, empiezas a vivir lo que te quieres llevar.

¡Y te sientes muy bien!

Te sientes grande en tu interior, te sientes a gusto y en paz, te sientes libre.

Porque por fin estás haciendo las cosas como siempre habías querido. No tienes que dejar de ser tú, no tienes que mutar, ser un fantasma o vivir a medias.

Y sí, también vas a tener mucho que escuchar.

Siempre habrá quién critique tu nueva forma de ser, familia que te quiera controlar, “amigos” que te den su opinión sin que se la pidas, hablarán de ti a tus espaldas porque eres mujer y hagas lo que hagas será mirado con lupa, pero cuando encuentras el equilibrio, cuando reflexionas, cuando tomas la decisión de seguir adelante viviendo tu camino, el corazón te ronca de alegría. Y esa alegría no consigue robártela nadie. ¡Porque ya no les das poder!

Porque te tiene que importar una mierda lo que digan los demás. Es tu opinión la única que cuenta. Eres contigo misma con la que tienes que convivir cada día.

Porque llega un momento en el que te la suda todo, las miradas por encima del hombro, los cuchicheos, los reproches, las críticas a destiempo, porque estás siendo tú al 100%.

¡No le puedes gustar a todo el mundo! Con gustarte a ti mismo es suficiente.

Y si algo me ha enseñado la vida es que hay muchas personas que critican lo que envidian. Hay quienes en el que fondo de su alma quisieran vivir como tú, no por estar solteras y solteros sino por seguir viviendo en libertad, sin faltar el respeto a nadie, pudiendo hacer lo que quisieran sin tener que dar tantas explicaciones; y eso es motivo de crítica cuando no se puede llevar a cabo.

Hay personas que hablarán sin saber de lo que hablan realmente porque sus vidas están carentes de muchas cosas, aunque vayan de reinas y reyes que lo tienen todo. Hay personas que te juzgarán sin ponerse en tu piel, y sí, también vas a tener que aprender a vivir con ello. ¡Es lo que hay! ¡La vida es así!

Sin embargo, te sientes tan bien cuando dejas de preocuparte por todas esas cosas…Cuando subes de nivel y empieza a resbalarte todo, cuando tienes oídos selectivos y oyes solo lo que quieres, cuando tu memoria también almacena solo los buenos recuerdos y olvida todo lo demás, que es imposible dar pasos hacia atrás.

Consejito:

Buscad ese equilibrio, no le perdáis nunca. Estéis solteros o no, no os olvidéis de vosotros, no os anuléis ni permitáis que lo hagan. Conservad vuestra propia libertad que la vida pasa volando. Y no se puede regresar hacia atrás. ¡Os lo digo yo!

Sed la versión de vosotros mismos que deseéis, siempre al 100%. ¡Sed auténticos! Y así la vida que viváis habrá merecido la pena.

¡Un abrazo de libertad!

10/09/2017

METER Y QUE TE LA METAN...

¡Queridos Dirtys!

El artículo de hoy va a ser sucio y directo. Así que las mentes estrechas mejor que dejen de leer. ¡Se agradece!

A veces, la lectura de mis desvaríos deriva en conversaciones sinceras al filo de la madrugada. Las personas que me leen siempre sacarán sus propias conclusiones, la mente vuela y a veces, un desvarío acaba dando cuerda a otro y produciendo carcajadas.

La semana pasada hablaba de la adicción a la ropa sexy, al encaje y a las braguitas de cintas con inspiración bondage. ¿No lo has leído? Pincha aquí.

Y gracias a ese desvarío surgió este otro.

Meter y que la metan.

—¿Para qué tanto conjunto sexy? Si después todo se resume a querer meter y que os la metan.

Silencio.

—Si después el conjunto no os dura puesto ni 5 minutos…

¿Vosotros qué pensáis? ¿Así de sencillo? ¿Comer, follar y quizás procrear, dormir y en medio trabajar?

¿Si no?

Después de una sonrisa pícara y cara de angelito, lo admito. Si lo que queremos es que nos dure poco o nada puestito.

Y claro, al hablar de comidas, mi subconsciente (demasiado sucio a veces), acabó sentenciando:

—El quid de la cuestión está en: Comer y que te lo coman, meter y que te la metan.

Parece que al final todo se resume a eso. O al menos algunos placeres de la vida sí que se reducen a ello, aunque por el camino juguemos a muchas cosas.

Y este nuevo desvarío es el claro ejemplo de que las conversaciones a veces se van de las manos produciendo carcajadas infinitas, de esas que se convierten en recuerdos y calientan el alma en los días de invierno (que sí, que este solecito otoñal es todo mentira, que en la televisión llevan diciendo eso del Winter is Coming hace mucho tiempo y hay que crear recuerdos).

Las palabras que escribo consiguen reflexiones que se encadenan unas con otras, y eso es una de las cosas más gratificantes de escribir, después de que me leáis, claro. El poder hablar con mis amigas, mis amigos y mis lectores, de lo que he escrito, de si les he puteado porque les he hecho reflexionar sobre el amor, sobre el sexo y sobre todo. Chicas no os quejéis, que muchas vais a recibir un Mia2 por Reyes gracias a mí, corazoncitos. 

Desvarío tras desvarío.

De la adicción a la ropa interior sexy pasamos a la adicción que produce el sexo y el placer que desencadena.

Al final, el animal que llevamos dentro sale a flote y nos demuestra que aunque civilizados (algunos más que otros), necesitamos satisfacer nuestros instintos más primarios.

Y follar es FOLLAR. Y a todos nos encanta. ¿Quién diga que no es raro o asexual?

Pero seguro que los que estáis leyendo estas líneas ahora estáis cabeceando afirmativamente. Porque sois muy Dirtys, porque os reís conmigo y de mí y por eso estáis aquí.

Sexo.

Sexo.

Sexo.

Porque sí, a las mujeres nos encanta el encaje, ponernos nuestros conjuntos sexys, mirarnos al espejo, sentirnos poderosas y ver el reflejo de nuestra autoestima en las nubes, pero sed sinceras...

Lo que nos encanta también es que nos los quieran arrancar. Que las bragas de la regla no molan nada, aunque luego los tíos digan que no se fijan en esas cosas.

Nos fijamos nosotras y punto.

Porque las chicas somos muy visuales y nos detenemos más a observar, por eso el encaje es el encaje. Es como si nuestro ligue llevase los calzoncillos que le quedan más grandes de todo su armario o esos de tela tan de abuelo en vez de un bóxer bien apretadito marcando anatomía.

Que sí, que después los vamos a bajar rapidito, pero oye…¡ay, que ponerse guap@s!

El encaje es el encaje, y hace más bonito el cuerpo. Y sí, puede que no nos vaya a durar mucho puesto, pero nos encanta. Y sí, hemos de admitir también que cuando nos miramos al espejo y sonreímos, no solo lo hacemos porque nos sentimos bien con nosotras mismas, también pensamos en cómo nos gustaría que la persona que deseamos nos lo arranque tras una sonrisa lobuna.

Acariciar. Subir. Bajar. Mover unos centímetros (juro que estoy hablando de la ropa). Deslizar suavemente entre miradas ardientes.

Todo para acabar con la ropa en el suelo y la postura que nos dé la gana, si es de rodillas con las manos atadas a la espalda después de un empotramiento de pared, mucho mejor, pero la cosa es acabar suspirando, empapad@s en sudor. Porque los tíos quieren meter y nosotras que nos la metan. Porque nos encanta comer y que nos lo coman. Porque el sexo está para ser disfrutado, y para una cosa buena que hay en la vida en este mundo cada vez más cruel, (no pienso hablar de política), ¿para que nos vamos a poner bragas de abuela corta libido?

Es mucho mejor ponernos guapas, darnos un capricho al cuerpo. O dos si lo de ligar sale bien.

Así que sí, sigo abogando por el encaje y las cintas bondage, por el estilo propio y la personalidad, pero sobre todo brindo porque no nos duren mucho tiempo puestos esos conjuntos sexys.

Las chicas de Ars Eroticas dicen en sus totebags eso de: ¡Arriba las manos, abajo las bragas, esto es un orgasmo! (que bolsa de tela más bonita que tengo).

Y yo os digo: Arriba el encaje, abajo las bragas, al centro y para dentrooo…xD

Pues eso…

Que al final hay quien (tú sabes) va a tener razón en decir que todo se resume al mete-saca, aunque por el camino haya muchas cosas divertidas, como el comer y el beber, y el otro “comer”, el morder, los fetiches, las adicciones, el sonreír, viajar, leer, escuchar música. Vivir al fin y al cabo. Somos los seres humanos los que hacemos la vida complicada. Estoy segura de que si follásemos más y pensásemos menos, no habría tantas disputas, ni tantas guerras.

¿Qué pensáis vosotros?¿La vida solo se reduce a eso? ¿Aunque vayamos de coquetas con nuestro encaje nuestro subconsciente piensa por nosotras y lo que quiere es fiesta?

Ummmm...

¡Un abrazo muy, muy sucio, Dirtys!

10/04/2017

ADICCIÓN POR LA ROPA INTERIOR SEXY

¡Queridos Dirtys!

¿Qué me decís de la ropa interior sexy?

¿Os gustan el encaje y las trasparencias? ¿Los ligueros? ¿Las braguitas con cintas de inspiración bondage?

I’m an addict!

Se llega a convertir en una especie de fetiche. Soy tan adicta como a morder en ciertas situaciones.

¿Por qué nos volvemos tan locas las mujeres con los conjuntos de encaje tras las rupturas?

¿Qué nos sucede en el cerebro?

Fijo que alguien, en alguna universidad, ha hecho un estudio al respecto. Y estoy casi segura de que habla de la serotonina que se nos descontrola y se activa en nuestro cerebro produciendo esta necesidad corporal de comprarnos ropa interior. Como cuando nos enamoramos. El mismo efecto ¡oiga!

A mí personalmente siempre me han encantado los conjuntos sexys. Pero es que desde que me he quedado soltera…¡soy muy peligrosa!

Las mujeres no tenemos excusa para poner a temblar la tarjeta de crédito y renovar vestuario para subirnos la autoestima, es una ley no escrita, como lo de comer chocolate cuando estamos en esos días del mes.

Sabemos que lo de la ropa interior es imprescindible para sentirnos súper sexys y lo podemos llegar a convertir en una adicción. Es entrar en una tienda de ropa y ahí vamos corriendo y todo nerviosas a la sección de conjuntitos provocativos. Entramos en internet y nos vamos a saco hacia nuestras páginas guardadas en favoritos y cruzamos los dedos para que haya nuestra talla.

¡Que le haya! ¡Que le haya! ¡Admitirlo!

Tras las rupturas y con el número 30 y… (ay, madre que pronto me caen los 32) rondándonos la cabeza todo el día a modo de depresión…dejan de existir las bragas de la menstruación. Llega un momento en el que nos cambia tanto el chip que nos fundimos la pasta en encaje, encaje, (cuero), encaje.

Solo nos permitimos las braguitas de colores y de algodón para ir al gimnasio a entrenar o en momentos puntuales.

Y encima las webs como Undiz no nos ponen más fácil lo de no pecar. Porque entras y…bufff…

Bueno, bonito y barato son sus premisas y claro, la carne es débil. Que sí, que a todas nos gusta Agent Provocateur, pero la mayoría no nos lo podemos permitir. Así que tiramos de lo accesible, de Undiz y New Yorker. Nos queda eso o buscarnos un millonario a lo Cristian Grey para que nos las arranque en los momentos de locura y sea tan amable después de comprarnos más. Eso o echarnos de novio a un Ray Donovan que personalmente le prefiero mucho más que al Cristian ese.

Y se nos va la pinza. ¡Encaje! ¡Encaje! ¡Nos volvemos totalmente majaretas!

A mí se me va el puto tendal entero, como dicen las chicas de Puterful.

Y para arreglar esta adicción con la ropa interior que tiene locos a los repartidores de mensajería que están todo el día con paquetitos que dejar en mi casa…llega mi tía y me suelta eso de:

—¿Para qué te compras esas bragas si solo te las va a ver el ginecólogo…?

Y es cuando la miro como si tuviera Rayos X y pudiera traspasarla, pero en el fondo sé que tiene mucha razón.

—Serás zorra…

Ella se descojona…Y es cuando después del bajón momentáneo, la espeto, muy digna:

—¡Me las compro para mí!

Y parece que no se lo cree hasta que me encuentra delante del espejo de su habitación, meneando culo, apretando teta, volviendo a menear el culo… Y sonriendo. Aunque para mis adentros susurre muy bajito:

—¿Y no podría adelgazar de culo y engordar de teta?

Y tras el suspiro nostálgico vuelvo a sonreír otra vez…

Porque queridos Dirtys, no hay nada mejor que la ropa interior sexy para darnos un subidón a la autoestima rapidito, porque aunque queramos buscar defectos en nuestro cuerpo, el encaje nos tiene tan abstraídas que no nos fijamos en lo que sobra sino en lo que tenemos, en lo bonito que es, en lo bien que se adhiere a nuestro cuerpo como una segunda piel.

Ropa sexy.

Ropa sexy.

Admitirlo, vosotras también pecáis una y otra vez. Y seguro que también tenéis una mejor amiga a la que maldecir por haberos mostrado la maldita paginita.

Pero ese: Joder, me cago en…se olvida enseguida cuando nos llama por teléfono y nos dice:

—¿Nos vamos de compras?

Y entonces ella se lo compra para poner nervioso a su marido, y tú te jodes porque te lo compras para ti porque no tienes a quién enseñárselo.

—¡Yo me lo compro para mí!

¿Lo estáis repitiendo?

Y luego están esas otras amigas que te dicen…

¡A que no tienes cojones de hacerte foto y subirlas a Instagram!

Y como hace años que ya se te había ido la pinza por completo, y a la nueva versión de ti misma la gustan los retos…¡Pues venga, fotos de tus conjuntos a Instagram!

Y luego habrá quien se piense que soy una puta y que voy vendiendo género. Pero no, queridos Dirtys, simplemente soy una mujer del siglo XXI que hago lo que quiero cuando quiero, muestro lo que quiero cuando me da la gana. Y no, de puta nada, porque las cosas las hago gratis y con quien quiero. ¡Y suelo tener muy buen ojo ¡no me vale cualquiera!

¿Por qué digo esto?

Porque en el mundo en el que vivimos una tiene mucho que escuchar…y hay mucha mente cerrada que debería evolucionar…o hacerse una paja o un dedo, pero ¿eh? no con mis fotos, ¡por favor!

¡Levantad la manita las adoradoras y adoradores del encaje!

1, 2, 3…¡Ya perdí la cuenta!

¡Un abrazo muy sucio!